Hoy os dejo una receta sencilla y rápida pero resultona. Ideal para un almuerzo rápido, para cuando venga el calor y también para acompañar con un "fondo" de cereales (como un cuenco de arroz, cebada, avena... lo que más os guste). Ingredientes (para 2): 4 tomates grandes cortados en rodajas 1 mozzarella (125g) cortada en rodajas finas 2 cucharadas de requesón 5 hojas de albahaca finamente picada 1 berenjena pequeña cortada en dados aceite de oliva sal y pimienta al gusto La primera cosa será asar la berenjena al horno (o, como hago yo para acortar tiempos, con la olla electrónica). El aspecto positivo es que, si lo queremos, podemos preparar este paso con antelación, de manera que luego sólo tendremos que recalentarla un poco y ensamblar todos los ingredientes directamente en el bol.
Calentamos el horno a 180 °C y en una fuente forrada con papel de horno colocamos la berenjena cortada en cubitos y la rociamos con un chorrito de aceite. Horneamos unos 35 minutos, hasta que los cubitos de berenjena estén blandos y dorados, sacamos del horno y reservamos. En un bol grande, alternamos rodajas de tomate y de mozzarella, añadimos los dados de berenjena y el requesón por encima y esparcimos con la albahaca (también le podéis añadir un poquito de orégano... yo es que le pongo orégano a todo, es inevitable). Rociamos con un chorlito de aceite de oliva y sazonamos con sal y pimienta al gusto y... ¡qué aprovechen! ;)
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Mi teoría (por si aún no se hubiera entendido, jejeje) es que cuando no sabes qué cocinar lo más sencillo es coger una base de masa de algo y echarle verduritas. Las tartas saladas o quiches con muy fáciles de hacer ya que la mayor parte de su preparación es el tiempo de horneado y dan esa maravillosa sensación de comida casera. Si os pasa lo mismo, tenéis que probar esta versión invernal con col rizada o kale, lo máximo entre salud y sabor... Ingredientes: 1 base de hojaldre (o de masa quebrada) 1 manojo de col rizada o kale hervida (es sufiente con unos pocos minutos, justo para que se ablande un poco... también podéis cocinar las hojas de col al vapor, si lo queréis, así conservaréis aún más los nutrientes) 100 g de quesos en lonchas o queso tierno cortado en pequeños trozos 1 cebolla 2 huevos 250 cl de leche (yo he usado leche de almendra, pero ¡cuidado que no lleve azúcar añadido!) una pizca de nuez moscada un poco de orégano seco sal y pimienta al gusto Lo primero, sacamos la masa de la nevera unos minutos y la estiramos en un molde para horno con papel de hornear debajo. Hacemos agujeritos con el tenedor y horneamos unos 10/15 minutos a 180º C.
Mientras tanto cocinamos las hojas de col, las retiramos del fuego y las escurrimos muy bien. A continuación salteamos la cebolla picada fina en una sartén con un poquito de aceite hasta que se dore un poco y retiramos del fuego. Quitamos la base del horno y disponemos una capa de cebolla y por encima colocamos las hojas de col. En un bol mezclamos los huevos con la leche, el orégano, la nuez moscada, sal y pimienta y batimos bien para que quede una crema homogénea que verteremos encima de las verduras procurando rellenar bien bien todos los huecos entre las hojas. Por último colocamos el queso por encima de todo y horneamos unos 45 minutos a 180º C para que cuaje. Retiramos del horno y servimos. Como habréis podido observar, he descubierto que se pueden hacer sopas de coliflor (para haceros una idea, aquí tenéis el enlace de la crema de coliflor y shiitake) y el asunto me encanta porque ya las coliflores no me aburren tanto como antes... así que os dejo un nuevo (y bien logrado) experimento... Ingredientes:
1 coliflor cortada en ramitos 2 rodajitas de jengibre pelado 1 cebolla pelada y cortada en trozos 1 cucharadita de curry en polvo media cucharadita de cúrcuma en polvo 100 ml de crema de coco 1 litro de caldo (e igual algo más, depende de lo grande que sea la coliflor) Para decorar: un puñado de semillas de calabaza cebollino picado Lo bueno de las sopas es que básicamente se cocinan solas. Así que lo que tenéis que hacer es poner la coliflor, el jengibre, la cebolla, la leche de coco y el caldo en una olla y dejar hervir unos 20 minutos aproximadamente. Cuando las verduras estén blandas añadimos las especias (curry y cúrcuma, también le podéis añadir una pizca de comino o pimienta al gusto) y trituramos bien con una batidora de mano. Por último (¡lo mejor!) servimos en cuencos esparciendo por encima unas semillas de calabaza (si lo preferís, las podéis tostar unos 5 minutos en una sartén para que estén aún más sabrosas) y un poquito de cebollino picado. La polenta es uno de los grandes clásicos de la cocina de mi ciudad natal (al punto que los vecinos nos llaman "polentones", ya que la comemos en grandes cantidades). Sin embargo, el que crea que la polenta sirva sólo para platos salados anda muy equivocado por el mundo y la que encontráis aquí a continuación es simplemente la prueba. Al mezclarse con la almendra su sabor a maíz pasa totalmente desapercibido y el resultado es un bizcocho ligero, sano y delicioso, perfecto para un buen desayuno o una rica merienda... Ingredientes: 200 g de margarina 230 g de azúcar glas 3 huevos grandes 1 cucharadita de extracto de vainilla 200 g de almendras molidas 100 g de polenta 200 g de frutos rojos al gusto 20 g de almendras laminadas media cucharadita de levadura de repostería (eso sí, que sea sin gluten, si queréis que la receta os quede sin gluten) Primero: precalentamos el horno a 180 °C y forramos un molde de bizcocho de unos 23 cm de diámetro con papel sulfurizado. Mientras tanto, preparamos una crema con la margarina y el azúcar utilizando unas varillas eléctricas durante dos minutos para que se quede con una consistencia ligera y esponjosa. Añadimos los huevos uno por uno y mezclamos bien entre adiciones.
A continuación añadimos también el extracto de vainilla y batimos durante otros 2 minutos hasta que esté del todo incorporado. A parte, preparamos los ingredientes secos, mezclando la polenta, las almendras molidas y la levadura en otro contenedor. Incorporamos poco a poco los ingredientes secos a la crema y por último incorporamos delicadamente los frutos rojos mezclando con una cuchara. Por último, vertemos la mezcla en el molde y espolvoreamos la superficie con las almendras laminadas. Horneamos durante 45 minutos (o hasta que el bizcocho esté dorado y pase la prueba del palillo) y luego dejamos el bizcocho en una rejilla para que re enfrié completamente antes de servir. Mi lema es: si estás agotado, cansado y reventado, cómete unas aceitunas. Será por su contenido de vitaminas A, B y E o porque son antioxidante, pero a mi dame unas aceitunas y voy a renacer al instante... ¿milagro? No sé, pero lo que sí es cierto es que esta tapenade es perfecta para untar sobre una buena rebanada de pan o para hundir en ellas unos palitos, por ejemplo de zanahoria. Ingredientes: unas 10 aceitunas negras sin hueso (mis favoritas las kalamata) 1 berenjena grande asada media cucharadita de hierbas provenzales el zumo de 1 limón 1 cucharada de aceite de oliva sal y pimienta Antes de todo, hay que asar la berenjena. Os recomiendo cortarla por la mitad y luego partirla en 4-6 trozos para que se haga antes. Mientras se vaya calentando el horno (temperatura 180 °C) le ponemos un pellizco de sal y la dejamos reposar unos minutos para que sude.
Colocamos los trozos de berenjena en una bandeja para horno y horneamos con un chorrito de aceite de oliva durante una media hora aproximadamente, hasta que la carne de la berenjena quede tierna. Retiramos del horno y dejamos enfriar antes de quitarle la piel (sólo usaremos la pulpa para la receta). Ponemos en el vaso de la batidora la pulpa de la berenjena, las aceitunas, las hierbas provenzales, una pizca de pimienta molida, un chorrito de aceite y el zumo de limón y licuamos hasta obtener una consistencia homogénea. Si necesario rectificamos de sal y pimienta al gusto. Deliciosamente reconfortante, este puré hará la alegría de muchos, además de ser ideal para acompañar platos delicados de setas, carne o pescado... Ingredientes:
400 g de patatas (2 patatas grandes) 400 g de boniato 250 g de chirivía (1 chirivía grande) aceite de oliva sal y pimienta 10 ramitas de perejil Pelamos las patatas, la chirivía y el boniato y los cortamos en trozos grandes. Metemos toda la verdura en una cacerola con agua ligeramente salada y llevamos a ebullición. Cocemos unos 25 minutos hasta que esté tierna. Escurrimos, reservando un poco de agua de cocción, y aplastamos la verdura con un tenedor, con el pasapurés o con una batidora de mano (para los más vagos). Sazonamos y añadimos un chirrido de aceite de oliva. Por último, servimos poniendo por encima el perejil troceado fino. El helado artesanal italiano es entre los más apreciados del mundo. Por algo será que entre la top 5 de las palabras italianas que todo el mundo sabe tenemos seguramente gelato. Y a mi, pues, el helado me encanta, todo el año. Todo esto viene para decir que, entre mis buenos propósitos para el año nuevo, es mi intención dedicarme a producir deliciosos helados caseros. Cómo no dispongo de máquina heladera (ni quiero un trasto más en mi de por sí pequeña cocina) he decidido explorar recetas que no necesiten del dichoso aparato. Tras un par de fracasos rotundos y contundentes, que sin embargo me han servido para entender cómo funciona el asunto, este sorbete de piña ha sido un exitazo, así que cómo las otras recetas sigan a este nivel, vamos a montarnos una heladería casera de primera categoría. Os dejo a continuación la receta del sorbete (que enciman es veganfriendly) por si os queréis cimentar en el intento... ;) Ingredientes: (jajaja...)
550 g de piña 170 g de azúcar blanco 310 ml de agua 1 lima Procedimiento: (igual de superhipercomplicado que los ingredientes...) Exprimimos la lima y pelamos y cortamos la piña a trozos. A continuación vertemos 160 ml de agua en una cazuela, añadimos el azúcar y calentamos a fuego bajo removiendo hasta que el azúcar se haya disuelto. Retiramos del fuego, añadimos el zumo de la lima y dejamos enfriar. Licuamos la piña con 150 ml de agua hasta conseguir un puré. Añadimos el sirope de azúcar frío al puré de piña y trituramos el todo un poco más. Luego vetemos la mezcla en un recipiente hermético (también podéis reutilizar una terrina de helado de plástico) y metemos en el congelador 2 horas. Pasado este tiempo, batimos nuevamente el todo y lo volvemos a meter en el congelador durante una hora y repetimos la operación triturando el sorbete y congelandolo otra vez, esta vez hasta que vayamos a tomarlo. Ingredientes: 1 base de masa quebrada o de hojaldre 2 chirivías medio apio nabo 2 peras 200 g de queso tierno y cremoso (puede ser brie, camambert, gongorzola, taleggio...) 2 huevos 15 cl de leche vegetal 2 pizcas de nuez moscada rallada sal pimienta Extendemos la mas en un molde para tartas con papel para horno y precalentamos el horno a 180 °C. Mientras tanto pelamos y picamos el apio nabo, las chirivías y las peras en dados.
En una cacerola de agua hirviendo con sal escaldamos el apio nabo y las chirivías durante unos minutos para que se ablanden un poco. Horneamos la masa durante 15 minutos para precalentarla. Mientras, en un bol, mezclamos los huevos, la leche y la nuez moscada rallada. Salpimentamos al gusto y añadimos el queso cortado en dados. Sacamos la masa del horno y colocamos en su interior las chirivías, el apio nabo y las peras. Vertemos por encima la mezcla líquida de huevos, leche, especias y queso y llevamos otra vez al horno, sin cambiar la temperatura, durante unos 40 minutos. Nota: con el medio apio nabo sobrante (que no es un apio, ni un nabo, sino que un apio-nabo, que quede claro... en fin, que me enredo...) podemos hacer unas chips deliciosas. Tan solo necesitáis medio diente de ajo, aceite de oliva, sal y pimienta y especias al gusto. Cortamos el apio nabo en dos y después en rodajas de 1,5 cm de espesor, las pelamos y hacemos unos bastoncillos de 1,5 cm, para formar las "patatas fritas". Ponemos los bastoncillos en una bandeja de horno con papel sulfurado y vertemos encima 3 cucharadas de aceite de oliva, salpimentamos y mezclamos. Horneamos de 25 a 30 minutos y espolvoreamos con especias al gusto (por ejemplo albahaca y perejil). Este delicioso bizcocho al sabor y perfumen de mandarinas es perfecto para un rico desayuno invernal o una merienda diferente acompañado de una taza de té caliente y espaciado. Las mandarinas le aportarán su característico color anaranjado y un sabor irresistible. Es muy sencillo de hacer e incluso si no te consideras un gran pastelero conseguirás un resultado sorprendente y saludable con muy muy poco esfuerzo. Además no lleva ni leche ni gluten, por lo cual será perfecto para todos. ¿Te animas a probarlo? Ingredientes: 3 mandarinas biológicas 180 g de harina de arroz 20 g de maicena 1 sobre de levadura para dulces 3 huevos medianos 160 g de azúcar 80 g de aceite de girasol 1 pizca de sal Como primera cosa hay que lavar bien las mandarinas, pelarlas sin tirar la piel y quitar eventuales pepitas. Luego ponemos las mandarinas y el aceite en la batidora y trituramos bien hasta que resulte una crema homogénea.
En un cuenco grande unimos la crema así conseguida con los huevos batidos con el azúcar, la harina con la maicena, la levadura y la pizca de sal y batimos todo bien (lo ideal es con una amasadora eléctrica, os quedará de maravilla). Precalentamos el horno a 180 °C y vertemos la masa en un molde de unos 22 cm de diámetro aproximadamente. Horneamos durante unos 40-45 minutos (hacemos la prueba del palillo para ver si sale seco). A continuación sacamos el bizcocho del horno y dejamos enfriar unos 10 minutos antes de desmoldar y dejar enfriar por completo y si queremos podemos adornarlo espolvoreando un poco de azúcar glas por encima. Esta sopa promete favorecer la digestión, reforzar el cerebro y reforzar el sistema inmunitario, además su color precioso encanta a la primera mirada... ;) Ingredientes:
3 remolachas peladas y cortadas en dados 2 zanahorias cortadas en dados 1 cebolla pequeña picada 1 cucharada sopera de jengibre rallado 1 diente de ajo picado 1 cucharadita de cáscara de naranja 480 ml de agua o de caldo de verduras 1 cucharada sopera de aceite de oliva sal y pimienta Calentamos el aceite de oliva a fuego lento y doramos la cebolla durante unos minutos. Incorporamos a continuación el ajo, las remolachas, las zanahorias, el jengibre y la cáscara de naranja y rehogamos todo unos 3 minutos. Añadimos el agua (o caldo) y llevamos a ebullición. Cocemos a fuego lento 30 minutos, hasta que las remolachas estén tiernas, sazonamos y luego pasamos por la batidora para obtener una textura lisa. |
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