Si abrimos el cajón de los recuerdos os tengo que confesar que de niña los rabanitos me chiflaban con su sabor fresco y picoso... luego realmente con el tiempo creo que he dejado de entender que era lo que me fascinaba tanto de ellos, pero, en fin, aquí están de vuelta. Los rábanos perteneces a la familia de las crucíferas, así como por ejemplo las coles, el brócoli y la rúcula. Su color tan atractivo y cálido nos indica que están ricos de vitaminas C, pero resulta que también tienen interesantes propiedades digestivas y antibacterianas.
He leído estudios que comentan que gracias a sus propiedades diuréticas nos ayudan a evitar la formación de cálculos renales y a la vez estimulan la producción de bilis y cuidan de nuestro hígado y nuestra vesícula. Además que comerlos crudos en ensalada puedes utilizarlos para zumos y licuados (por ejemplo mezclados a naranja).
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