Mi teoría (por si aún no se hubiera entendido, jejeje) es que cuando no sabes qué cocinar lo más sencillo es coger una base de masa de algo y echarle verduritas. Las tartas saladas o quiches con muy fáciles de hacer ya que la mayor parte de su preparación es el tiempo de horneado y dan esa maravillosa sensación de comida casera. Si os pasa lo mismo, tenéis que probar esta versión invernal con col rizada o kale, lo máximo entre salud y sabor... Ingredientes: 1 base de hojaldre (o de masa quebrada) 1 manojo de col rizada o kale hervida (es sufiente con unos pocos minutos, justo para que se ablande un poco... también podéis cocinar las hojas de col al vapor, si lo queréis, así conservaréis aún más los nutrientes) 100 g de quesos en lonchas o queso tierno cortado en pequeños trozos 1 cebolla 2 huevos 250 cl de leche (yo he usado leche de almendra, pero ¡cuidado que no lleve azúcar añadido!) una pizca de nuez moscada un poco de orégano seco sal y pimienta al gusto Lo primero, sacamos la masa de la nevera unos minutos y la estiramos en un molde para horno con papel de hornear debajo. Hacemos agujeritos con el tenedor y horneamos unos 10/15 minutos a 180º C.
Mientras tanto cocinamos las hojas de col, las retiramos del fuego y las escurrimos muy bien. A continuación salteamos la cebolla picada fina en una sartén con un poquito de aceite hasta que se dore un poco y retiramos del fuego. Quitamos la base del horno y disponemos una capa de cebolla y por encima colocamos las hojas de col. En un bol mezclamos los huevos con la leche, el orégano, la nuez moscada, sal y pimienta y batimos bien para que quede una crema homogénea que verteremos encima de las verduras procurando rellenar bien bien todos los huecos entre las hojas. Por último colocamos el queso por encima de todo y horneamos unos 45 minutos a 180º C para que cuaje. Retiramos del horno y servimos.
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Como habréis podido observar, he descubierto que se pueden hacer sopas de coliflor (para haceros una idea, aquí tenéis el enlace de la crema de coliflor y shiitake) y el asunto me encanta porque ya las coliflores no me aburren tanto como antes... así que os dejo un nuevo (y bien logrado) experimento... Ingredientes:
1 coliflor cortada en ramitos 2 rodajitas de jengibre pelado 1 cebolla pelada y cortada en trozos 1 cucharadita de curry en polvo media cucharadita de cúrcuma en polvo 100 ml de crema de coco 1 litro de caldo (e igual algo más, depende de lo grande que sea la coliflor) Para decorar: un puñado de semillas de calabaza cebollino picado Lo bueno de las sopas es que básicamente se cocinan solas. Así que lo que tenéis que hacer es poner la coliflor, el jengibre, la cebolla, la leche de coco y el caldo en una olla y dejar hervir unos 20 minutos aproximadamente. Cuando las verduras estén blandas añadimos las especias (curry y cúrcuma, también le podéis añadir una pizca de comino o pimienta al gusto) y trituramos bien con una batidora de mano. Por último (¡lo mejor!) servimos en cuencos esparciendo por encima unas semillas de calabaza (si lo preferís, las podéis tostar unos 5 minutos en una sartén para que estén aún más sabrosas) y un poquito de cebollino picado. Hoy toca doble receta. La verdad (confieso) es que he estado muy ocupada en las últimas semanas porque tengo entre las manos mil proyectos diferentes y no doy abasto con todo. Esto, sin embargo, me ha obligado a planificar rigurosamente las comidas de la semana, porque al no tener tiempo he tenido que hacer saltos mortales para hacer un batch cooking masivo (para los novatos: dejar preparados los alimentos que vamos a necesitar para nuestras recetas durante la semana, o incluso guardar en la nevera alguna receta completa ya cocinada) para poder sobrevivir... (suena algo dramático pero os aseguro que si vierais mi agenda ya confirmaríais que la situación de hecho está que desborda). Sin enrollarme más, entre los ingredientes de mi batch cooking (o meal prep, como también se le conoce, aunque con ciertas diferencias) semanal tenemos: coliflor asada, setas shiitake salteadas, puerros pochados y espinacas al vapor. Así que... ¡lo que sigue es lo que he hecho con todo esto! ;) Crema de Coliflor y Setas ShiitakeIngredientes: 300 g de shiitake salteadas en una sartén con un par de cucharadas de aceite de oliva) 300 g de coliflor asada 1 cebolla asada 1 litro de caldo 1 cucharada de aceite de oliva virgen extra pimienta al gusto Reservamos 100 g de setas para la guarnición de nuestra crema y mezclamos los 200 g restantes con los demás ingredientes, previamente preparados como indicado. Batimos con una batidora de mano hasta conseguir una consistencia espesa. Calentamos y servimos poniendo al centro de nuestro cuenco un puñadito de setas shiitake y una espolvoreada de pimienta recién molida. Quiche de Puerros y EspinacasIngredientes:
1 masa de hojaldre 300 g de espinacas al vapor (recuerda de cocinarlas muy poquito) 2 puerros cortados en rodajas finas y pochados 50 ml de leche 250 ml de queso mascarpone 2 huevos 100 g de queso rallado (el que más te guste, aunque lo ideal es un queso tipo gruyer) una pizca de nuez moscada sal y pimienta Primera cosa cocinamos las espinacas y las escurrimos bien para retirar todo el líquido. Pochamos y salamos los puerros en una olla y retiramos el líquido en exceso, tras retirarlos. Mientras tanto, precalentamos el horno a 180 ºC. En un cuenco mezclamos y batimos el queso, la leche, los huevos y añadimos una pizca de nuez moscada, sal y pimienta al gusto. Estiramos la masa de hojaldre sobre un molde para horno recubierto de papel sulfurado y hacemos unos agujeritos con el tenedor en la base. Horneamos 10 minutos la base de hojaldre y retiramos del horno. Colocamos los puerros y las espinacas encima de la base (os recomiendo hacerlo en este orden) y colocamos por encima el compuesto que hemos conseguido batiendo el resto de ingredientes, procurando de rellenar bien todos los agujeros. Por último, esparcimos por encima el queso rallado y llevamos todo al horno durante unos 40 minutos. Pasado este tiempo, apagamos el horno y dejamos enfriar la quiché en el horno durante otros 15 minutos antes de sacarla del horno y servirla bien calentita. Deliciosamente reconfortante, este puré hará la alegría de muchos, además de ser ideal para acompañar platos delicados de setas, carne o pescado... Ingredientes:
400 g de patatas (2 patatas grandes) 400 g de boniato 250 g de chirivía (1 chirivía grande) aceite de oliva sal y pimienta 10 ramitas de perejil Pelamos las patatas, la chirivía y el boniato y los cortamos en trozos grandes. Metemos toda la verdura en una cacerola con agua ligeramente salada y llevamos a ebullición. Cocemos unos 25 minutos hasta que esté tierna. Escurrimos, reservando un poco de agua de cocción, y aplastamos la verdura con un tenedor, con el pasapurés o con una batidora de mano (para los más vagos). Sazonamos y añadimos un chirrido de aceite de oliva. Por último, servimos poniendo por encima el perejil troceado fino. He aprendido a hacer helados sin heladera y no me voy a parar, así que los que creen que el invierno no es temporada de helados tendrán que observar un religioso silencio delante de esta maravilla (fríamente) reconfortante. ¿Preparados? La base de este helado, como de muchos helados cremosos, es la crema inglesa, a la cual añadiremos a continuación una crema de mantequilla de cacahuete para personalizar el sabor de nuestro deliciosisimísimo helado. Ingredientes para la crema inglesa:
450 ml de leche entera 100 g de azúcar 5 yemas de huevo Ingredientes para la crema de mantequilla de cacahuete: 300 ml de nata para montar entera 245 g de mantequilla de cacahuete o peanut butter Empezamos por la crema inglesa: calentamos la leche y la retiramos del fuego justo antes de que empiece a hervir. Mientras tanto batimos las yemas con el azúcar y añadimos la leche tibia poco a poco sin dejar de batir. Volvemos a verter la mezcla en una cazuela y calentamos a fuego bajo unos 6-8 minutos sin dejar de remover con un cucharón de madera hasta que la mezcla se espese ligeramente. Colamos la crema en un colador fino y dejamos enfriar. Mientras tanto, vamos mezclando la nata y la mantequilla de cacahuete en la licuadora, teniendo cuidado de que la nata no llegue a montarse. Mezclamos a continuación la crema inglesa con la crema de cacahuete, y metemos en un contenedor apto para congelador. Tapamos y metemos el todo 2 horas en el congelador, luego lo batimos y volvemos a meterlo en el colador y pasada otra hora repetimos la operación y dejamos en el congelador hasta que endurezca. Nota: para disfrutar al máximo de su textura cremosa os recomiendo sacar el helado del congelador unos 10/15 minutos antes de servirlo. Ingredientes: 1 base de masa quebrada o de hojaldre 2 chirivías medio apio nabo 2 peras 200 g de queso tierno y cremoso (puede ser brie, camambert, gongorzola, taleggio...) 2 huevos 15 cl de leche vegetal 2 pizcas de nuez moscada rallada sal pimienta Extendemos la mas en un molde para tartas con papel para horno y precalentamos el horno a 180 °C. Mientras tanto pelamos y picamos el apio nabo, las chirivías y las peras en dados.
En una cacerola de agua hirviendo con sal escaldamos el apio nabo y las chirivías durante unos minutos para que se ablanden un poco. Horneamos la masa durante 15 minutos para precalentarla. Mientras, en un bol, mezclamos los huevos, la leche y la nuez moscada rallada. Salpimentamos al gusto y añadimos el queso cortado en dados. Sacamos la masa del horno y colocamos en su interior las chirivías, el apio nabo y las peras. Vertemos por encima la mezcla líquida de huevos, leche, especias y queso y llevamos otra vez al horno, sin cambiar la temperatura, durante unos 40 minutos. Nota: con el medio apio nabo sobrante (que no es un apio, ni un nabo, sino que un apio-nabo, que quede claro... en fin, que me enredo...) podemos hacer unas chips deliciosas. Tan solo necesitáis medio diente de ajo, aceite de oliva, sal y pimienta y especias al gusto. Cortamos el apio nabo en dos y después en rodajas de 1,5 cm de espesor, las pelamos y hacemos unos bastoncillos de 1,5 cm, para formar las "patatas fritas". Ponemos los bastoncillos en una bandeja de horno con papel sulfurado y vertemos encima 3 cucharadas de aceite de oliva, salpimentamos y mezclamos. Horneamos de 25 a 30 minutos y espolvoreamos con especias al gusto (por ejemplo albahaca y perejil). Este delicioso bizcocho al sabor y perfumen de mandarinas es perfecto para un rico desayuno invernal o una merienda diferente acompañado de una taza de té caliente y espaciado. Las mandarinas le aportarán su característico color anaranjado y un sabor irresistible. Es muy sencillo de hacer e incluso si no te consideras un gran pastelero conseguirás un resultado sorprendente y saludable con muy muy poco esfuerzo. Además no lleva ni leche ni gluten, por lo cual será perfecto para todos. ¿Te animas a probarlo? Ingredientes: 3 mandarinas biológicas 180 g de harina de arroz 20 g de maicena 1 sobre de levadura para dulces 3 huevos medianos 160 g de azúcar 80 g de aceite de girasol 1 pizca de sal Como primera cosa hay que lavar bien las mandarinas, pelarlas sin tirar la piel y quitar eventuales pepitas. Luego ponemos las mandarinas y el aceite en la batidora y trituramos bien hasta que resulte una crema homogénea.
En un cuenco grande unimos la crema así conseguida con los huevos batidos con el azúcar, la harina con la maicena, la levadura y la pizca de sal y batimos todo bien (lo ideal es con una amasadora eléctrica, os quedará de maravilla). Precalentamos el horno a 180 °C y vertemos la masa en un molde de unos 22 cm de diámetro aproximadamente. Horneamos durante unos 40-45 minutos (hacemos la prueba del palillo para ver si sale seco). A continuación sacamos el bizcocho del horno y dejamos enfriar unos 10 minutos antes de desmoldar y dejar enfriar por completo y si queremos podemos adornarlo espolvoreando un poco de azúcar glas por encima. Probablemente nadie sabe que antes de la llegada a Europa de las patatas desde América, la chirivía ocupaba su lugar en la cocina popular. Este tubérculo, cuyo nombre científico es pastinaca sativa, es muy parecido a la zanahoria, aunque más blanca y más redondeada en la parte superior. Crece abundantemente en lugares frío donde hiela durante le invierno, donde muchas veces no es posible cultivar otras plantas por falta de sol, y por esta razón, su consumo a menudos se asocia con las dietas del norte de Europa y tiene un lugar marginal en nuestra despensa. Su discriminación respecto a la hermana zanahoria es muy injusto ya que la chirivía tiene un sabor más delicado y mejores propiedades nutricionales. Su sabor intenso y ligeramente picante la hace ideal como acompañante o para mezclar con otras verduras en tartas saladas y purés.
Así como la zanahoria y la patata se puede hervir o también se puede asar al horno. ¿Sus principales beneficios? Es diurética y favorece la digestión, además tiene cantidades importantes de casi todas las vitaminas del grupo B y sobre todo de ácido fólico. Esta sopa promete favorecer la digestión, reforzar el cerebro y reforzar el sistema inmunitario, además su color precioso encanta a la primera mirada... ;) Ingredientes:
3 remolachas peladas y cortadas en dados 2 zanahorias cortadas en dados 1 cebolla pequeña picada 1 cucharada sopera de jengibre rallado 1 diente de ajo picado 1 cucharadita de cáscara de naranja 480 ml de agua o de caldo de verduras 1 cucharada sopera de aceite de oliva sal y pimienta Calentamos el aceite de oliva a fuego lento y doramos la cebolla durante unos minutos. Incorporamos a continuación el ajo, las remolachas, las zanahorias, el jengibre y la cáscara de naranja y rehogamos todo unos 3 minutos. Añadimos el agua (o caldo) y llevamos a ebullición. Cocemos a fuego lento 30 minutos, hasta que las remolachas estén tiernas, sazonamos y luego pasamos por la batidora para obtener una textura lisa. Cierto es que en invierno nuestra paleta de opciones es más reducida y a veces puedes pasar que terminemos aburriéndonos de comer siempre los mismos sabores. Si crees de haber sobrepasado ya tu cota anual de puerros y calabaza o ya te ahoga el solo olor de la col, aquí va la solución. En este post de propongo cuatro maneras de realzar el sabor de las verduras de invierno cocinadas en el horno, antes de encontrarte babeando pensando en guisantes de primavera y melones estivales. El paso fundamental será siempre hornear las verduras como de costumbre (con un poquito de aceite de oliva de 30 a 45 minutos en el horno a 180 °C o, si lo prefieres, haciendo derretir un poco de aceite de coco en la fuente de horno unos segundos y luego añadiendo las verduras, con el mismo tiempo de cocción indicado). Sin embargo, podemos preparar unos deliciosos aliños y añadirlos antes o después de la cocción para añadir un toque diferente a las verduras de siempre, como en los siguientes ejemplos (nota: las dosis indicadas se refieren a una porción, o sea 200 g de verduras cocidas por persona, aproximadamente). Salsa de mostaza y miel:Mezclamos una cucharadita de mostaza de Dijon, una cucharadita de miel y una cucharada de aceite de oliva y vertemos esta salsa sobre las verduras calientes recién horneadas. Dulce y acogedor, perfecto para los fríos días de invierno. Verduras aromatizadas a las hirebas:Añadimos a las verduras, esta vez antes de hornearlas: media cucharadita de tomillo, otra media cucharadita de romero y un cuarto de cucharadita de salvia. Fresco y campestre. Perfecto para soñar con bosques nevados. Con sabor a curry:Si os encantan los sabores orientales y espaciados, podéis simplemente añadir a las verduras antes de hornearlas media cucharadita de curry en polvo para cada ración de verduras horneadas. Con ese toque exótico que nos encanta. Al aroma de canela:¿Existe acaso algo más invernal que el aroma a canela? Pues no. Así que también podemos añadir a nuestras verduras antes de hornearlas una media cucharadita de canela para que adquieran un perfumen impresionante y festivo.
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