La polenta es uno de los grandes clásicos de la cocina de mi ciudad natal (al punto que los vecinos nos llaman "polentones", ya que la comemos en grandes cantidades). Sin embargo, el que crea que la polenta sirva sólo para platos salados anda muy equivocado por el mundo y la que encontráis aquí a continuación es simplemente la prueba. Al mezclarse con la almendra su sabor a maíz pasa totalmente desapercibido y el resultado es un bizcocho ligero, sano y delicioso, perfecto para un buen desayuno o una rica merienda... Ingredientes: 200 g de margarina 230 g de azúcar glas 3 huevos grandes 1 cucharadita de extracto de vainilla 200 g de almendras molidas 100 g de polenta 200 g de frutos rojos al gusto 20 g de almendras laminadas media cucharadita de levadura de repostería (eso sí, que sea sin gluten, si queréis que la receta os quede sin gluten) Primero: precalentamos el horno a 180 °C y forramos un molde de bizcocho de unos 23 cm de diámetro con papel sulfurizado. Mientras tanto, preparamos una crema con la margarina y el azúcar utilizando unas varillas eléctricas durante dos minutos para que se quede con una consistencia ligera y esponjosa. Añadimos los huevos uno por uno y mezclamos bien entre adiciones.
A continuación añadimos también el extracto de vainilla y batimos durante otros 2 minutos hasta que esté del todo incorporado. A parte, preparamos los ingredientes secos, mezclando la polenta, las almendras molidas y la levadura en otro contenedor. Incorporamos poco a poco los ingredientes secos a la crema y por último incorporamos delicadamente los frutos rojos mezclando con una cuchara. Por último, vertemos la mezcla en el molde y espolvoreamos la superficie con las almendras laminadas. Horneamos durante 45 minutos (o hasta que el bizcocho esté dorado y pase la prueba del palillo) y luego dejamos el bizcocho en una rejilla para que re enfrié completamente antes de servir.
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Este delicioso bizcocho al sabor y perfumen de mandarinas es perfecto para un rico desayuno invernal o una merienda diferente acompañado de una taza de té caliente y espaciado. Las mandarinas le aportarán su característico color anaranjado y un sabor irresistible. Es muy sencillo de hacer e incluso si no te consideras un gran pastelero conseguirás un resultado sorprendente y saludable con muy muy poco esfuerzo. Además no lleva ni leche ni gluten, por lo cual será perfecto para todos. ¿Te animas a probarlo? Ingredientes: 3 mandarinas biológicas 180 g de harina de arroz 20 g de maicena 1 sobre de levadura para dulces 3 huevos medianos 160 g de azúcar 80 g de aceite de girasol 1 pizca de sal Como primera cosa hay que lavar bien las mandarinas, pelarlas sin tirar la piel y quitar eventuales pepitas. Luego ponemos las mandarinas y el aceite en la batidora y trituramos bien hasta que resulte una crema homogénea.
En un cuenco grande unimos la crema así conseguida con los huevos batidos con el azúcar, la harina con la maicena, la levadura y la pizca de sal y batimos todo bien (lo ideal es con una amasadora eléctrica, os quedará de maravilla). Precalentamos el horno a 180 °C y vertemos la masa en un molde de unos 22 cm de diámetro aproximadamente. Horneamos durante unos 40-45 minutos (hacemos la prueba del palillo para ver si sale seco). A continuación sacamos el bizcocho del horno y dejamos enfriar unos 10 minutos antes de desmoldar y dejar enfriar por completo y si queremos podemos adornarlo espolvoreando un poco de azúcar glas por encima. Si estás en búsqueda de galletitas originales y divertidas para las fiestas esta receta muy sencilla y original te encantará... Además son perfecta para acompañar un té delicioso. ¿Mi favorito? Matcha... ¡por supuesto! ;) Ingredientes: 100 g de margarina o mantequilla medio aguacate aplastado 120 g de queso crema 120 g de azúcar moreno 2 cucharadas de zumo de limón 1 cucharada de semillas de amapola o de sésamo 230 g de harina de arroz media cucharadita de levadura en polvo Mezclamos todos los ingredientes para formar una masa ligera y homogénea y por último incorporamos la harina y la levadura tamizadas. A continuación ponemos la crema así conseguida en una bolsa de pastelería y vamos haciendo unos circulitos para modelar las galletas sobre una bandeja con papel para horno. Horneamos entre 12 y 15 minutos en horno precalentado a 190 °C hasta que las galletas estén doradas.
Aunque puede que no hayas oído hablar del matcha, el polvo de té verde cien por cien superconcentrado, hasta hace poco tiempo, este tipo de té se ha bebido en Japón desde el siglo XII y antes ya se consumía en China. Y es en China donde se originaron los elementos clave de su producción, a pesar de que los japoneses sean considerados los maestros del matcha. El secreto para hacer matcha a partir de normales hojas de té verde (y de su color tan brillante y bonito) es un proceso de producción lento, delicado y complicado de transformación. Este proceso afecta muchos aspectos del cultivo del té, así que no tenemos que pensar que el té matcha sea simple té verde molido. Nada más equivocado. ¿Cuál es la diferencia entre el polvo de té verde y el matcha? El polvo de matcha viene de hojas de té cultivadas en la sobra (y no al sol como el té verde normal), esto hace que las hojas adquieran un color verde intenso que se traduce en un color vibrante en la taza. Además, las hojas sufren un tratamiento al vapor, y no el clásico proceso de tostadura, lo cual hace que el matcha tenga ese sabor tan característico. Para un delicioso Matcha Latte vegano necesitamos: 230 ml de bebida de soja con vainilla (o también de bebida de arroz) una cucharada de té matcha en polvo* azúcar (de caña o de coco) o sirope (mis favoritos: de agave o de arroz) al gusto Calentamos la leche de soja (o de arroz) hasta que empiece a hervir. Vertemos en ella el polvo de té y el azúcar (o sirope) y batimos con fuerza para disolver el té (lo ideal es con una pequeña batidora de mano de esas que sirven para hacer la espuma a la leche).
Nota: si, como yo, le tenéis manía a los grumitos, podéis filtrar el té así preparado y pasarlo a otra taza después de haberlo batido, limpiar bien la batidora y darle un toque final para que salga aún más cremoso. * ¿Dónde consigo té matcha? vale... yo llevo años tomando mi Matcha Latte para desayunar (y nadie se enteró, pero luego se puso de moda) y os puedo asegurar que no era nada fácil encontrarlo, había que buscarlo en tiendas especializadas en productos ecológicos así como "raritos". Sin embargo, hay muy buenas noticias: desde hace un tiempo podéis encontrar sobrecitos monodosis de té matcha incluso en... ¡Mercadona! Oh yesss... así que la próxima vez que hagáis la compra mirar bien en el estante de los tés ;) Por si no se hubiera entendido: tortitas, cofres & co. son mis desayunos favoritos. Pero lo más es que estos gofres son deliciosos, saludables y se hacen en un plisplas con muy pocos ingredientes (y si ya tienes una gofrera, mejor aún, ¡querrás usarla todos los días!). Y si no sois amantes del dulce también podéis hacerlos salados, añadiendo una cucharada de aceite en lugar del sirope, a ver qué os parecen con un poquito de queso fresco y de cebollín... ;) Ingredientes: 2 tazas de avena en copos (1 taza = 230 ml) 2 cucharadas de sirope (de arce, de arroz o de ágave, si no eres verano también puedes utilizar miel) 1 taza y media de agua media cucharadita de sal Mezclamos todos los ingredientes con la batidora y, cuando la gofrera esté bien caliente, vertemos un par de cucharadas del preparado en cada uno de los moldes y cerramos el aparato. Dejamos que se doren unos tres minutos, retiramos de la gofrera y servimos con nata, fruta, azúcar, sirope o cacao al gusto.
Y si no tenéis gofrera... ¡qué no cunda el pánico! Podéis haceros con este maravilloso Kit para Gofres de Lékué y hacerlos utilizando los moldes de silicona en el horno. Genial, ¿no? ¿No tienes horno y te mueres de ganas de comer un rico bizcocho casero? ¿Crees que hacer un bizcocho casero requiere mucho tiempo y mucho talento y terminas tragándote bollos industriales de cualquier tipo para compensar tus ganas de azúcar? Bueno, como durante muchos años he vivido en primera persona esta triste situación en mi piel, aquí ya viene la solución... Evidentemente, al disponer del microondas como única herramienta para su cocción, los ingredientes son de lo más sencillo de encontrar, así como su elaboración. Por supuesto, todo sin gluten y con mucho amor. Ingredientes:
150 g de harina de coco (o de coco rallado) 100 g de harina de arroz 3 huevos 150 g de azúcar moreno (o panela) 50 g de mantequilla (o margarina) medio sobre de levadura de repostería 1 pizca de sal (para activar la levadura) Mezclamos los huevos batidos con el azúcar hasta conseguir una crema densa y espumosa. Luego añadimos poco a poco la harina tamizada con sal y levadura, la harina de coco y la mantequilla derretida (puedes dejar que se deshaga unos segundos en el mismo microondas). Mezclamos todo bien y colcamos la mezcla en un molde apto para microondas. Lo cocemos durante 8-10 minutos a 650 vatios (potencia alta). Nota: no os preocupéis si el bizcocho se queda un poco blanquito por fuera, es normal, ya que a diferencia del horno tradicional el microonda no dorará la masa durante la cocción. Si queréis podéis espolvoreando también con un poco de azúcar impalpable o de cacao en polvo. ¿A quién no le encantan los pancakes? Yo me declaro totalmente fan y me rindo frente a estas cortitas de trigo sarraceno, sencillas de preparar y, por supuesto, sin gluten pero también sin leche y sin huevos... así que, ¡tomar apuntes para el desayuno del domingo! Ingredientes (para 2 personas):
1 taza de harina de trigo sarraceno 1 taza de leche vegetal (la que más os guste) 1/4 de taza de agua 1 cucharada de sirope de ágave (o de miel) 1 pizca de sal 1/2 cucharadita de levadura en polvo 1 cucharada de aceite de oliva al gusto: canela, jengibre, clavo, nuez moscada, esencia de vainilla... La preparación es extremadamente sencilla: mezclamos todos los ingredientes con la batidora y dejamos reposar 10 minutos antes de pasar a la sartén. Luego en una sartén ligeramente untada (con unas gotas de aceite o un poquito de margarina) vertemos el compuesto y hacemos dorar un par de minutos por cada lado. El Castagnaccio es una tarta italiana hecha con harina de castañas típica de los Apeninos de Toscana, Liguria, Emilia y Piemonte. Debido a su principal ingrediente, la castaña, es un plato tipicamente otoñal. Hoy en día se ha vuelto a descubrir este plato, caído casi en el olvido después de la segunda guerra mundial. Se trata de un plato pobre en el auténtico sentido de la palabra ya que se hace con unos pocos ingredientes básicos que eran alimentos esenciales para la población campesina. Como hoy en otoño podemos encontrar aún algún quiosquecillo vendiendo castañas, os tenéis que imagina que cuando mis abuelos eran niños en esas mismas paradas se vendía el castagnaccio. Ingredientes:
250 g de harina de castañas 2 cucharadas soperas de panela 2 cucharadas soperas de aceite de oliva 480 ml de agua templada 40 g de uvas pasas 30 gramos de nueces peladas 50 gramos de piñones (opcional, si no ponéis piñones es suficiente con poner un poco más de nueces u otro fruto seco al gusto) una pizca de sal Ponemos a precalentar el horno a 180 ºC. Mientras, tamizamos la harina en un cuenco y añadimos la panela, una pizca de sal y mezclamos. Poco a poco incorporamos el aceite de oliva y el agua templada removiendo todo muy bien para que no queden grumos. Añadimos las pasas (previamente remojadas y escurridas) y el resto de frutos secos, reservando un puñadito para añadir al final. Vertemos al masa en un molde bastante grande forrado con papel de horno y bien aceitado (importante, porque si no se os va a pegar todo al papel). Calculad el tamaño del molte teniendo en cuenta que tenéis que formar con el compuesto una superficie de aproximadamente 1 centimetro de altura (y sí, es normal que se quede muy liquida.... ya irá cuajando en el horno). Añadimos los frutos secos que habíamos reservado y unas ramitas de tomillo fresco (o seco) sobre la superficie y horneamos durante 30 minutos. Retiramos cuando veamos que la superficie del pastel esté agrietada y dejamos enfriar antes de desmoldar y cortar. En otoño los días se hacen más frescos y a veces necesitamos un abrazo calentito y dulce, que nos recuerde el verano recién pasado. Así que esta receta es perfecta para esas ocasiones, para un desayuno en compañía durante el fin de semana o para una merienda sabrosa y regeneradora. Ingredientes:
1 rollo de masa de hojaldre 300 g de uva (o, como alternativa, unos 80 g de pasas remojadas) 2 peras 1 cucharada de canela en polvo 2 cucharadas de panela de azúcar moreno un poco de margarina 50 g de nueces troceadas unas cucharadas de pan rallado azúcar glas (opcional, para adornar) Como primera cosa hay que cortar las uvas por la mitad y quitar las pepitas. Luego pelamos y cortamos en cubitos las peras y ponernos toda la fruta en una olla pequeña o en una sartén para que se cocine a fuego medio, añadiendo la panela y tapamos con una tapa. Después de unos 10 minutos, añadimos las nueves y una cucharada de canela (podéis poner más o menos canela, al gusto) y mezclamos bien durante aproximadamente otros 10 minutos, sin tapar. Si vemos que la mezcla de frutas nos queda muy líquida, podemos añadir una cucharada de pan rallado para que absorba el exceso de humedad. Quitamos la masa de hojaldre de la nevera unos 10 minutos antes de usarla, la desenrollamos y la dejamos encima del papel sulfurizado. Pincelamos la masa con un poco de margarina derretida y vertemos encima la mezcla de fruta, ocupando toda la porción central y vamos cerrando nuestro strüdel un lado a la vez, sin dejar aberturas. Después de haberlo cerrado bien, lo cepillamos con el resto de margarina derretida (o, en alternativa, con un huevo batido). Horneamos en el horno precalentado a 180 ° unos 20 minutos y apagamos el horno dejando nuestro strüdel adentro y dejando el horno ligeramente abierto otros 10 minutos, pasados los cuales lo quitaremos del horno y lo preparamos para servir espolvoreando con azúcar glas. |
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