Cierto es que en invierno nuestra paleta de opciones es más reducida y a veces puedes pasar que terminemos aburriéndonos de comer siempre los mismos sabores. Si crees de haber sobrepasado ya tu cota anual de puerros y calabaza o ya te ahoga el solo olor de la col, aquí va la solución. En este post de propongo cuatro maneras de realzar el sabor de las verduras de invierno cocinadas en el horno, antes de encontrarte babeando pensando en guisantes de primavera y melones estivales. El paso fundamental será siempre hornear las verduras como de costumbre (con un poquito de aceite de oliva de 30 a 45 minutos en el horno a 180 °C o, si lo prefieres, haciendo derretir un poco de aceite de coco en la fuente de horno unos segundos y luego añadiendo las verduras, con el mismo tiempo de cocción indicado). Sin embargo, podemos preparar unos deliciosos aliños y añadirlos antes o después de la cocción para añadir un toque diferente a las verduras de siempre, como en los siguientes ejemplos (nota: las dosis indicadas se refieren a una porción, o sea 200 g de verduras cocidas por persona, aproximadamente). Salsa de mostaza y miel:Mezclamos una cucharadita de mostaza de Dijon, una cucharadita de miel y una cucharada de aceite de oliva y vertemos esta salsa sobre las verduras calientes recién horneadas. Dulce y acogedor, perfecto para los fríos días de invierno. Verduras aromatizadas a las hirebas:Añadimos a las verduras, esta vez antes de hornearlas: media cucharadita de tomillo, otra media cucharadita de romero y un cuarto de cucharadita de salvia. Fresco y campestre. Perfecto para soñar con bosques nevados. Con sabor a curry:Si os encantan los sabores orientales y espaciados, podéis simplemente añadir a las verduras antes de hornearlas media cucharadita de curry en polvo para cada ración de verduras horneadas. Con ese toque exótico que nos encanta. Al aroma de canela:¿Existe acaso algo más invernal que el aroma a canela? Pues no. Así que también podemos añadir a nuestras verduras antes de hornearlas una media cucharadita de canela para que adquieran un perfumen impresionante y festivo.
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Esta deliciosa crema de nueces (vegana, sin gluten y sin lactosa... ¿qué más se puede pedir?) ha marcado el gran comienzo de mi menú de Nochebuena. Creo que las nueces le dan un aire "navideño" ideal para estos días. Además es una excelente excusa para no comer siempre la misma crema de verdura y deliciar nuestros paladares con un sabor un poco diferente. Ingredientes (para 4 personas): 2 cebollas 200 g de nueves 4 cucharadas soperas de margarina 3 cucharadas soperas de harina de arroz 750 ml de caldo de verduras 150 ml de nata de soja para cocinar sal pimienta recién molida zumo de limón unas nueces para decorar Como primera cosa pelamos y picamos la cebolla por un lado, y, por el otro, desmenuzamos las nueces. Procedemos derritiendo la margarina en una cacerola y rehogamos la cebolla hasta que quede transparente. Añadimos la harina y removemos hasta que se dore ligeramente.
A este punto añadimos las nueves y removemos bien. Rehogamos todo con el caldo y cocinamos durante unos 15 minutos a fuego lento. Por último, añadimos la nata para cocinar y pasamos todo por la batidora. Si vemos que la textura nos queda muy densa podemos diluir con un poco de caldo o, al contrario, cocinar un poco más. Condimentamos con sal, pimienta y zumo de limón y volvemos a batir hasta conseguir una textura cremosa. Servimos decorando con nueves. Aunque puede que no hayas oído hablar del matcha, el polvo de té verde cien por cien superconcentrado, hasta hace poco tiempo, este tipo de té se ha bebido en Japón desde el siglo XII y antes ya se consumía en China. Y es en China donde se originaron los elementos clave de su producción, a pesar de que los japoneses sean considerados los maestros del matcha. El secreto para hacer matcha a partir de normales hojas de té verde (y de su color tan brillante y bonito) es un proceso de producción lento, delicado y complicado de transformación. Este proceso afecta muchos aspectos del cultivo del té, así que no tenemos que pensar que el té matcha sea simple té verde molido. Nada más equivocado. ¿Cuál es la diferencia entre el polvo de té verde y el matcha? El polvo de matcha viene de hojas de té cultivadas en la sobra (y no al sol como el té verde normal), esto hace que las hojas adquieran un color verde intenso que se traduce en un color vibrante en la taza. Además, las hojas sufren un tratamiento al vapor, y no el clásico proceso de tostadura, lo cual hace que el matcha tenga ese sabor tan característico. Para un delicioso Matcha Latte vegano necesitamos: 230 ml de bebida de soja con vainilla (o también de bebida de arroz) una cucharada de té matcha en polvo* azúcar (de caña o de coco) o sirope (mis favoritos: de agave o de arroz) al gusto Calentamos la leche de soja (o de arroz) hasta que empiece a hervir. Vertemos en ella el polvo de té y el azúcar (o sirope) y batimos con fuerza para disolver el té (lo ideal es con una pequeña batidora de mano de esas que sirven para hacer la espuma a la leche).
Nota: si, como yo, le tenéis manía a los grumitos, podéis filtrar el té así preparado y pasarlo a otra taza después de haberlo batido, limpiar bien la batidora y darle un toque final para que salga aún más cremoso. * ¿Dónde consigo té matcha? vale... yo llevo años tomando mi Matcha Latte para desayunar (y nadie se enteró, pero luego se puso de moda) y os puedo asegurar que no era nada fácil encontrarlo, había que buscarlo en tiendas especializadas en productos ecológicos así como "raritos". Sin embargo, hay muy buenas noticias: desde hace un tiempo podéis encontrar sobrecitos monodosis de té matcha incluso en... ¡Mercadona! Oh yesss... así que la próxima vez que hagáis la compra mirar bien en el estante de los tés ;) Dhal (o también dal o daal) es una palabra sánscrita que se utiliza para denominar a las legumbre peladas, un ingrediente fundamental de la cocina de la India, donde se conocen unas 50 variedades diferentes de legumbres dhal. En este caso se trataría de un masoor dhal, es a decir un dhal de lentejas rojas. Ingredientes: 150 g de lentejas rojas cocidas 1 cebolla 250 g de tomates maduros en dados un trocito de jengibre 1 puñado de cilantro picado fino 1 cucharadita de cúrcuma 1 cucharadita de curry 1 pizca de comino en polvo 1 cucharada de leche de coco en polvo (opcional) un poco de concentrado de tomate (opcional) aceite de oliva virgen extra sal (al gusto) Cocinamos las lentejas según las indicaciones del paquete (generalmente, una taza de lentejas por 3 de agua, tiempo de cocción: unos 20 minutos). Mientras tanto ponemos a calentar un poco de aceite en una sartén, picamos finemente la cebolla y, cuando el aceite esté bien caliente, la sofreímos a fuego medio/bajo unos minutos hasta que empiece a coger un poco de color.
Añadimos el tomate troceado y dejamos que se haga. Cuando el tomate empiece a estar un poco hecho añadimos las especias ajustando las cantidades al gusto (también, si lo tenéis a disposición, podéis añadir un poco de concentrado de tomate para que la salsa os quede más densa y sabrosa). Cuando las lentejas estén listas las añadimos a la salsa de tomate, añadimos medio vaso de agua (y, opcional, una cucharada de leche de coco en polvo) y vamos aplastando delicadamente con un cucharón de madera. Bajamos el fuego y dejamos que se cocine lentamente hasta que el agua se reduzca. Retiramos del fuego y decoramos con un puñado de cilantro fresco picado. Para un plato más completo, podemos acompañar nuestro dhal con un poco de arroz basmati blanco. Por si no se hubiera entendido: tortitas, cofres & co. son mis desayunos favoritos. Pero lo más es que estos gofres son deliciosos, saludables y se hacen en un plisplas con muy pocos ingredientes (y si ya tienes una gofrera, mejor aún, ¡querrás usarla todos los días!). Y si no sois amantes del dulce también podéis hacerlos salados, añadiendo una cucharada de aceite en lugar del sirope, a ver qué os parecen con un poquito de queso fresco y de cebollín... ;) Ingredientes: 2 tazas de avena en copos (1 taza = 230 ml) 2 cucharadas de sirope (de arce, de arroz o de ágave, si no eres verano también puedes utilizar miel) 1 taza y media de agua media cucharadita de sal Mezclamos todos los ingredientes con la batidora y, cuando la gofrera esté bien caliente, vertemos un par de cucharadas del preparado en cada uno de los moldes y cerramos el aparato. Dejamos que se doren unos tres minutos, retiramos de la gofrera y servimos con nata, fruta, azúcar, sirope o cacao al gusto.
Y si no tenéis gofrera... ¡qué no cunda el pánico! Podéis haceros con este maravilloso Kit para Gofres de Lékué y hacerlos utilizando los moldes de silicona en el horno. Genial, ¿no? ¿A quién no le encantan los pancakes? Yo me declaro totalmente fan y me rindo frente a estas cortitas de trigo sarraceno, sencillas de preparar y, por supuesto, sin gluten pero también sin leche y sin huevos... así que, ¡tomar apuntes para el desayuno del domingo! Ingredientes (para 2 personas):
1 taza de harina de trigo sarraceno 1 taza de leche vegetal (la que más os guste) 1/4 de taza de agua 1 cucharada de sirope de ágave (o de miel) 1 pizca de sal 1/2 cucharadita de levadura en polvo 1 cucharada de aceite de oliva al gusto: canela, jengibre, clavo, nuez moscada, esencia de vainilla... La preparación es extremadamente sencilla: mezclamos todos los ingredientes con la batidora y dejamos reposar 10 minutos antes de pasar a la sartén. Luego en una sartén ligeramente untada (con unas gotas de aceite o un poquito de margarina) vertemos el compuesto y hacemos dorar un par de minutos por cada lado. Si como a mi te encanta la cocina asiática, esta receta es seguramente lo tuyo. No es especialmente complicada pero te aseguro que el sabor de estos noodles será una explosión de alegría para tu paladar. Ingredientes (para 2 personas): 40 ml de vinagre de arroz 15 g de azúcar moreno (o panela) 180 g de noodles soba 1 mango 1 berenjena 1 diente de ajo 1 chile (opcional) 1 lima 1 cucharadita de aceite de sésamo media cebolla roja media cucharadita de sal 3 ramas de cilantro fresco 3 ramas de albahaca fresca aceite de girasol para freír Antes de todo, ponerme en un cazo el vinagre de arroz y el azúcar a fuego lento hasta que se deshaga el azúcar. Separamos del fuego y añadimos el ajo machacado, el chile en rodajas y el aceite de sésamo. Dejamos enfriar y a continuación añadimos la ralladura de la piel y el zumo de lima. Mientras tanto, lavamos la berenjena y la cortamos en cubos de 2 cm y los tostamos en una sartén con abundante aceite de girasol. Sazonamos al gusto y una vez que estén hechas la ponemos a escurrir en un colador.
En una olla, hervimos los noodles hasta que esté al diente, escurrimos y reservamos (calculan que generalmente tardan unos muy pocos minutos en cocinarse). Pelamos y troceamos el mango y hacemos una cama en el plato. Colocamos encima los nooules, añadimos la berenjena y la cebolla en crudo cortada en rodajas. Por último lavamos, cortamos y añadimos el cilantro y la albahaca y regamos con el aliño de vinagre y lima. Mmmm... El Castagnaccio es una tarta italiana hecha con harina de castañas típica de los Apeninos de Toscana, Liguria, Emilia y Piemonte. Debido a su principal ingrediente, la castaña, es un plato tipicamente otoñal. Hoy en día se ha vuelto a descubrir este plato, caído casi en el olvido después de la segunda guerra mundial. Se trata de un plato pobre en el auténtico sentido de la palabra ya que se hace con unos pocos ingredientes básicos que eran alimentos esenciales para la población campesina. Como hoy en otoño podemos encontrar aún algún quiosquecillo vendiendo castañas, os tenéis que imagina que cuando mis abuelos eran niños en esas mismas paradas se vendía el castagnaccio. Ingredientes:
250 g de harina de castañas 2 cucharadas soperas de panela 2 cucharadas soperas de aceite de oliva 480 ml de agua templada 40 g de uvas pasas 30 gramos de nueces peladas 50 gramos de piñones (opcional, si no ponéis piñones es suficiente con poner un poco más de nueces u otro fruto seco al gusto) una pizca de sal Ponemos a precalentar el horno a 180 ºC. Mientras, tamizamos la harina en un cuenco y añadimos la panela, una pizca de sal y mezclamos. Poco a poco incorporamos el aceite de oliva y el agua templada removiendo todo muy bien para que no queden grumos. Añadimos las pasas (previamente remojadas y escurridas) y el resto de frutos secos, reservando un puñadito para añadir al final. Vertemos al masa en un molde bastante grande forrado con papel de horno y bien aceitado (importante, porque si no se os va a pegar todo al papel). Calculad el tamaño del molte teniendo en cuenta que tenéis que formar con el compuesto una superficie de aproximadamente 1 centimetro de altura (y sí, es normal que se quede muy liquida.... ya irá cuajando en el horno). Añadimos los frutos secos que habíamos reservado y unas ramitas de tomillo fresco (o seco) sobre la superficie y horneamos durante 30 minutos. Retiramos cuando veamos que la superficie del pastel esté agrietada y dejamos enfriar antes de desmoldar y cortar. En otoño los días se hacen más frescos y a veces necesitamos un abrazo calentito y dulce, que nos recuerde el verano recién pasado. Así que esta receta es perfecta para esas ocasiones, para un desayuno en compañía durante el fin de semana o para una merienda sabrosa y regeneradora. Ingredientes:
1 rollo de masa de hojaldre 300 g de uva (o, como alternativa, unos 80 g de pasas remojadas) 2 peras 1 cucharada de canela en polvo 2 cucharadas de panela de azúcar moreno un poco de margarina 50 g de nueces troceadas unas cucharadas de pan rallado azúcar glas (opcional, para adornar) Como primera cosa hay que cortar las uvas por la mitad y quitar las pepitas. Luego pelamos y cortamos en cubitos las peras y ponernos toda la fruta en una olla pequeña o en una sartén para que se cocine a fuego medio, añadiendo la panela y tapamos con una tapa. Después de unos 10 minutos, añadimos las nueves y una cucharada de canela (podéis poner más o menos canela, al gusto) y mezclamos bien durante aproximadamente otros 10 minutos, sin tapar. Si vemos que la mezcla de frutas nos queda muy líquida, podemos añadir una cucharada de pan rallado para que absorba el exceso de humedad. Quitamos la masa de hojaldre de la nevera unos 10 minutos antes de usarla, la desenrollamos y la dejamos encima del papel sulfurizado. Pincelamos la masa con un poco de margarina derretida y vertemos encima la mezcla de fruta, ocupando toda la porción central y vamos cerrando nuestro strüdel un lado a la vez, sin dejar aberturas. Después de haberlo cerrado bien, lo cepillamos con el resto de margarina derretida (o, en alternativa, con un huevo batido). Horneamos en el horno precalentado a 180 ° unos 20 minutos y apagamos el horno dejando nuestro strüdel adentro y dejando el horno ligeramente abierto otros 10 minutos, pasados los cuales lo quitaremos del horno y lo preparamos para servir espolvoreando con azúcar glas. Preparar hummus casero es muy sencillo, mi versión favorita es esta de pimiento rojo porque tiene un toque extra de sabor, pero si no te gusta el pimiento podrás seguir las mismas indicaciones para hacer un hummus tradicional, como el de la foto a continuación (y será suficiente acompañarlo con un poco de perejil fresco o albahaca y de semillas de sésamo para un efecto final impresionante). Ingredientes:
1 pimiento rojo asado (y bien escurrido) 150 g de garbanzos cocidos 1 diente de ajo 1 tomate seco (opcional) el zumo de medio limón 1 cucharada de tahini (puedes hacerlo tu mismo moliendo 200 g de semillas de sésamo tostadas en un mortero con 50 g de aceite de oliva virgen extra) media cucharadita de comino en polvo 1 cucharadita de sal 2 cucharadas de aceite de oliva pimentón dulce o picante en polvo para espolvorear Simplemente tienes que mezclar todos los ingredientes en la batidora hasta conseguir una textura cremosa. Puedes servirlo acompañado con tostadas, picos o verduras (las zanahorias son perfectas) cortadas en palitos. ;) |
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