La chirimoya es una fruta con forma más o menos de corazón, originaria de los Andes peruanos. Sin embargo parece que el primer productor a nivel mundial de chirimoyas sea nada más y nada menos que España. Para el que no la conozca, esta fruta tiene en su interior una pulpa blanquecina que forma unas cámaras en las cuales encontramos una semillas negras. Su temporada de cultivo es en otoño e invierno, y es entonces cuando la veréis aparecer en las fruterías. La chirimoya está rica en vitaminas (vitamina A, algunas vitaminas de completo B y vitamina C), además que en minerales, como potasio, calcio, magnesio, hierro y zinc... así que comer chirimoya es realmente un elixir de salud.
Sin embargo, la cosa tiene su complicación ya que al estar las semillas atrapadas en las cámaras de la pulpa requiere cierto trabajo de selección para separar la pulpa de las semillas (que no se comen). Un truco para disfrutar de tu chirimoya sin estrés es licuar a baja potencia su pulpa con un poco de leche vegetal y a continuación pasar el batido así conseguido por un colín para quitar las pepitas, que al ser bastante grandes no serán trituradas por la batidora. Y si no.... una pizca de paciencia y ¡a disfrutar de este manjar!
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